Detox financiero. ¿Cómo preparar las finanzas personales para el año 2023?

Por. Dra. Mónica C. Mimbrera Delgado, Profesora-Investigadora de la Escuela Bancaria y Comercial, Campus Tlalnepantla


Tras las celebraciones de las fiestas decembrinas, muchos hogares esperan que el año 2023 traiga prosperidad, bienestar y mayor certidumbre económica. Como es bien sabido, la pandemia de COVID-19 trajo severas afectaciones. A la caída en los ingresos de los hogares se suma el proceso inflacionario de los últimos dos años. 


Las causas detrás del aumento acelerado de los precios son diversas: la ruptura de las cadenas globales de suministros; el crecimiento o mantenimiento de la demanda de consumo como resultado de la aplicación de políticas económicas contracíclicas, especialmente en las economías avanzadas; y el aumento en el precio de los energéticos y de insumos alimentarios básicos (como el trigo), derivado de la invasión rusa a Ucrania. 


Ante un escenario mundial de elevada inflación, la respuesta de los bancos centrales no se ha hecho esperar. Las políticas de las tasas de interés determinadas por los institutos emisores, han registrado incrementos sustanciales con la finalidad de disuadir los planes de inversión productiva y el consumo de bienes duraderos a través del uso del crédito. Sin embargo, el encarecimiento del crédito tiene efectos perjudiciales al limitar el potencial de crecimiento de la economía. Las tasas de interés más altas hacen más atractivo invertir en activos financieros, y desplazan la inversión productiva.


Así, el año 2023 inicia para México con un proceso inflacionario aún no controlado, con tasas de interés altas, y con una perspectiva de recuperación que, en el mejor de los casos, apunta a un estancamiento económico. Con base en la información que presenta la Gaceta Económica de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, diversos organismos  estiman para México un crecimiento económico promedio de 2.03%. Asimismo, se proyecta una tasa de inflación promedio de 4.12%, bastante más cercana al rango inflacionario fijado como meta por nuestra banca central. De igual manera, los Pre-criterios Generales de Política Económica advierten que la tasa de CETES a 28 días se ubicará en 7.9% en el año que inicia. 


En resumen, se puede afirmar que los hogares en México aún enfrentarán una dinámica lenta en la actividad económica y en la generación de empleos, se espera cierta recuperación en el poder adquisitivo, a raíz del aumento en el salario mínimo; aunque se confía que las acciones de Banco de México anclen las expectativas inflacionarias, es altamente probable que éstas persistan por choques externos.


Por último, la previsión de altas tasas de interés es un elemento importante a considerar en el manejo de las finanzas del hogar, ya que en situaciones de crisis es común que los agentes económicos se endeuden.


¿Cómo estar preparados ante escenarios adversos? 


Con base en lo anterior, surge la inquietud de qué hacer para sortear las condiciones macroeconómicas complicadas que se vislumbran. A continuación, se detallan una serie de recomendaciones que las familias pueden poner en práctica para un uso más eficiente de sus recursos monetarios:


  • Elaborar un listado de los gastos mensuales. Esto permite tener una idea clara del monto y destino de los gastos. Se sugiere hacerlo lo más detallado posible para identificar cuáles gastos son factibles de modificar y cuáles son insoslayables. Una posible clasificación de los gastos sería dividirlos en fijos (pagos de hipotecas, colegiaturas, alimentación básica); variables (pueden tener montos diferentes en dependencia de la época del año o de otros factores), y discrecionales (éstos últimos se consideran que pueden ser prescindibles, por ejemplo, comprar un café de camino al trabajo).
  • Identificar las fuentes de ingreso familiar. Normalmente los ingresos familiares ocurren con determinada regularidad y son conocidos de antemano. En el caso de las familias asalariadas conviene identificar las prestaciones a las que se tiene derecho y la manera en que éstas impactarán en el ingreso familiar. Por ejemplo, fondos de ahorro, pago de utilidades, aguinaldo, bonos de productividad pueden servir para ampliar el ingreso familiar en determinadas épocas del año.   
  • Elaborar un balance que integre los ingresos y gastos familiares. Una vez que se detectó la estructura y frecuencia del gasto e ingreso familiar, se puede establecer un plan de gastos familiares que sea consistente con el monto y periodicidad de los ingresos. La disciplina es fundamental en esta labor. Puede ser arduo cumplir con el plan de gastos, pero de hacerlo con éxito pueden generarse excedentes (por mínimos que sean) que contribuirán al ahorro, como se detalla en el siguiente punto.
  • Establecer metas de ahorro familiar. Al igual que con los gastos, conviene identificar diferentes categorías de ahorro. Una de las más comunes es en función del plazo (corto, mediano y largo). Los recursos ahorrados pueden servir para una solventar una emergencia, cubrir gastos de entretenimiento o bien, como en el caso del ahorro de largo plazo, pueden usarse para el retiro en edad avanzada.   
  • Manejar de manera inteligente el endeudamiento. La dinámica de la vida actual implica que las familias tengan que recurrir en algún momento al crédito para la adquisición de ciertos bienes de consumo duradero, como vivienda, equipos electrodomésticos o automóviles. El crédito al consumo posibilita el goce de los bienes prácticamente de forma inmediata, aunque compromete recursos económicos durante determinado tiempo. Un manejo inteligente de los créditos implica tener presente que lo que se adquiera con estos recursos en realidad ayudará a mejorar la calidad de vida familiar y que dicha mejora será sustancialmente mayor al costo financiero que entraña. 


La importancia de la educación y resiliencia financiera.


Las recomendaciones previamente descritas son los primeros pasos para consolidar la educación y la resiliencia financiera. La primera de ellas se define como un proceso que implica que los agentes económicos comprenden exhaustivamente conceptos financieros. Ello permite desarrollar habilidades y comportamientos que favorecen una toma de decisiones informada sobre los riesgos, beneficios y oportunidades que se presentan en los mercados financieros. La educación financiera promueve la inclusión financiera ya que las personas, al contar con información, son menos susceptibles a fraudes y generan hábitos que favorecen el ahorro y el manejo prudente de sus recursos. Es por ello que es urgente promover estos temas desde temprana edad y como parte de la educación básica obligatoria.


Para concluir se puede decir que un manejo financiero prudente de los recursos familiares debería tener la intención de alcanzar una mayor resiliencia financiera. Este concepto se refiere a la capacidad que tienen los agentes económicos para adaptarse rápidamente ante escenarios adversos, aprender de ellos y salir fortalecido una vez que éstos hayan pasado. Los expertos consideran que la disciplina económica, el balance adecuado entre gastos e ingresos familiares, así como el blindar económicamente al núcleo familiar por medio de la contratación de seguros y / o planes de ahorro, pueden ayudar a enfrentar las situaciones económicamente adversas. 



Artículo original publicado en Forbes




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