Comparte este artículo
Uriel Arnoldo Fernández Cano*
Durante mi posgrado en Marketing Administration en Camosun College, en British Columbia, tuve muchas conversaciones que me hicieron replantear lo que creía sobre México. Estar fuera te da perspectiva: ves lo que se dice en las noticias, lo que se vive en las aulas y lo que piensan empresarios de distintos países. Y una conclusión me quedó clara: México está bendecido geográfica y estratégicamente. No es un lugar cualquiera: somos la puerta natural entre Latinoamérica y el mercado más grande del mundo. Esa posición, junto con nuestra capacidad productiva, nos coloca ante una oportunidad histórica.
Revolución manufacturera e integración regional
México ya no es hoy solamente maquila de piezas sencillas. Estamos viviendo una verdadera revolución manufacturera: plantas más tecnificadas, procesos certificados, proveedores que subieron su nivel y empresas integradas a cadenas de valor de alta complejidad. La cercanía con Estados Unidos y los tratados comerciales vigentes han hecho que muchas compañías reconsideren sus cadenas de suministro y opten por producir más cerca del consumidor final. Eso significa rapidez, menores riesgos logísticos y ahorros reales en tiempos y costos.
El resultado es evidente: México es, cada vez más, una plataforma manufacturera clave para América del Norte. Esto no es una moda; es una reconfiguración del comercio mundial donde la regionalización gana peso sobre una globalización sin fronteras. En ese contexto, nuestra ubicación y acuerdos comerciales nos convierten en un socio natural para empresas que buscan estabilidad y cercanía.
Cambio demográfico, una ventaja que debemos aprovechar
Otra ventaja tangible es demográfica. México conserva una población relativamente joven y una fuerza laboral amplia que, bien formada, puede sostener su crecimiento a largo plazo. En un mundo donde varias economías envejecen, nuestro bono demográfico es un activo competitivo: gente joven, dispuesta a capacitarse, con ganas de emprender y de sumarse a cadenas de valor más sofisticadas.
Si apostamos por la capacitación técnica y por conectar a las universidades con la industria, incluyendo áreas como electrónica, salud, energía y tecnologías limpias, esa fuerza laboral puede impulsar una etapa de crecimiento sostenido. ¡Es una oportunidad real para transformar empleos y crear núcleos de innovación por todo el país!
Del turismo al comercio: repensar la marca-país
Sin embargo, contar con ventajas no basta si no sabemos contarlas. En general, el discurso internacional sobre México sigue enfocado en temas que opacan nuestras fortalezas. Mientras algunos países construyen reputaciones sólidas a través de estrategias conscientes de mercadotecnia-país, nosotros todavía no hemos explotado plenamente esa herramienta para posicionarnos como centro comercial y productivo.
La mercadotecnia de naciones no es una actividad cosmética: influye en decisiones de inversión, en el turismo, en la atracción de talento y en la imagen que se exporta. México debe trazar su retrato con base en una realidad evidente: somos el puente comercial entre América Latina y Norteamérica, con empresas competitivas, talento creativo y una cultura de comercio que forma parte de nuestro ADN. Ese relato requiere datos, ejemplos y una comunicación constante, con actores públicos y privados.
Nuestra responsabilidad como profesionales formados en el extranjero
Algo que aprendí durante mi estancia en Canadá es que la percepción cambia cuando la sustentamos con hechos. Los colegas y profesores me hicieron ver que muchos países «perfectos» también tienen problemas. La diferencia es que esos países saben expresar sus ventajas, presumirlas, cacarearlas. Por eso, quienes tuvimos la suerte de estudiar en el extranjero tenemos una responsabilidad: compartir esa mirada con quienes no han salido, enriquecer el debate público y sustituir la autoflagelación con el orgullo de contar con oportunidades concretas.
No se trata de negar los retos (los tenemos y son reales), sino de equilibrar la conversación con propuestas y evidencia: mostrar proyectos exportadores, agrupaciones regionales que funcionan, empresas que innovan y ejemplos de políticas públicas que sí atraen inversión.
México, listo para ser un aliado estratégico
En Estados Unidos nos ven cada vez más como socios: trabajadores creativos, empresarios con iniciativa y una cultura comercial genuina. Tenemos factores alineándose a nuestro favor (geografía, tratados, juventud y capacidades industriales), y sería un desperdicio no aprovecharlos. Para ello, necesitamos tres cosas concretas: invertir en educación técnica y vinculación industria-academia; trazar un discurso de marca-país orientado a la inversión y el comercio; y que los profesionales mexicanos compartamos conocimiento y contactos para atraer proyectos reales.
Llamado a la acción
Si algo debo pedir desde mi experiencia es esto: dejemos de repetir sólo lo que sale en los titulares y empecemos a contar lo que estamos construyendo. Hablemos de México como un país de oportunidades, con ventaja logística, talento y capacidad productiva. Si lo hacemos con datos, con ejemplos y con orgullo, atraeremos inversiones, mejores empleos y mayor reconocimiento internacional.
Aprovechemos la ventana histórica que se abre ahora. No como un acto de fe, sino como una estrategia colectiva: formar, comunicar y conectar. México tiene el potencial, así que depende de nosotros el convertirlo en una realidad palpable y duradera.
*Uriel es Licenciado en Administración
de Comunicación y Entretenimiento (Lance)
por la EBC Campus Ciudad de México
(Generación 2018-2021).