Estudia en el extranjero

Saber que visitaría Chile me causó sorpresa e incertidumbre. Poco conocía de este país, así que investigué todo lo que pude, pero nada se compararía con la maravilla que me esperaba.

Al llegar a Santiago, sentí su intenso clima frío. El viaje en bus a la hermosa ciudad de Valdivia me permitió apreciar el paisaje único de Chile. Pasé doce horas de recorrido, contemplando las gigantescas montañas nevadas, y al caer la noche, pude atestiguar la maravillosa vista del cielo del hemisferio sur.

Valdivia, ubicada en la región XIV (Región de los Ríos) al sur de Chile, me recibió con el paisaje de sus ríos y sus mercados, siendo el más famoso de ellos, el Mercado Fluvial, donde los lobos marinos se acercan a los vendedores para que éstos los alimenten. En los primeros días, me familiaricé con los chilenismos, con la danza cueca y con su gran variedad de cocina. Pude aprender acerca de la naturaleza sísmica de este país y de la pasión de su gente por los festejos, particularmente el del 18 de septiembre, fecha en la que celebran su independencia.

La Universidad Austral de Chile, donde estudio Periodismo, cuenta con una gran extensión de áreas verdes y con una exótica reserva de distintas especies de aves que recorren sus jardines. Como atractivo turístico, esta institución cuenta con un espacio llamado Jardín Botánico, el cual recibe a visitantes de todo el mundo, así como a estudiantes que buscan relajarse en los días soleados. En esta institución la gente es muy cálida, hay excelentes profesores e instalaciones de calidad. Aquí las actividades extracurriculares son importantes, pues continuamente se realizan conciertos, exposiciones, festivales de cine y mucho más.

Este país me ha ofrecido una experiencia única. Venir aquí es conocer sus tradiciones, es admirar los paisajes más imponentes, es disfrutar su clima y dar cautivadoras caminatas por sus principales ciudades. Vivir en Chile es conocer a su gente, darte cuenta que mexicanos y chilenos somos primos lejanos, y que nos queremos mutuamente.

Pude cumplir uno de mis sueños al participar en un intercambio académico en uno de los países más hermosos que he conocido: Austria. Cursé mi séptimo semestre en la Universidad Fachhochschule Vorarlberg en Dornbirn, pueblo ubicado entre los Alpes austriacos.

Las clases a las que asistí fueron impartidas en inglés, y gracias a los conocimientos que obtuve en la EBC, esta modalidad no representó ningún problema para mí. En esta universidad, encontré personal que siempre está dispuesto a brindar apoyo, sobre todo en el área de Relaciones Internacionales. Recuerdo con emoción esta experiencia, pues la disponibilidad de horarios me permitió estudiar, descansar y disfrutar cada segundo de mi estancia en este lugar.

Gran parte de la población austriaca es conocedora y hablante del idioma inglés, lo cual me facilitó realizar actividades diarias como ir al supermercado, tomar el transporte y solicitar direcciones. Gracias a este viaje, aprendí a tratar con diferentes tipos de personalidades y logré ampliar mi visión global. Sin duda, el intercambio me sirvió para redescubrirme y para salir de mi zona de confort.

Desde luego, hubo momentos de nostalgia en los que extrañaba a mi familia y mis tradiciones, pero sabía que pronto estaría de regreso y que, gracias a esta experiencia, me convertiría en una persona más independiente.

En general, los austriacos son gente amable y consiente del cuidado del medioambiente. Aquellos que tuve oportunidad de conocer son fanáticos nuestra cultura: consideran que somos gente alegre y de buenos valores. Constantemente mostraban interés por conocer la situación social que vivimos en México, y considero que al final de esta experiencia pude cambiar algunas percepciones negativas que se tienen de nuestro país, pues como parte de este intercambio, me solicitaron dar una plática acerca de las diferencias y similitudes entre San Luis Potosí y Dorbin.

Definitivamente, irme de intercambio fue lo más impactante de mi carrera, pues me brindó crecimiento profesional y personal. Gracias a esta oportunidad, logré visualizar un futuro lleno de nuevas expectativas, establecí relaciones con personas de todo el mundo y, sobre todo, aprendí que con esfuerzo cualquier cosa es posible.

¡Nunca había vivido tantas emociones al mismo tiempo! El pasado agosto, al comenzar mi intercambio, fue un mes de miedos, de sorpresas, de alegrías, de tristezas y de muchas cosas más. Supongo que es normal. Es parte del proceso de adaptación, sin duda.

Todavía me tocó algo de sol antes de las lluvias, así que pude ir a tomarme café (o fika, como lo llaman aquí). ¡El café lo mejora todo!

He conocido a mucha gente. Sólo somos dos personas de México, ambas de la EBC, y he notado que la gente tiene interés por nuestra cultura. Por su parte, los suecos pueden parecen fríos al principio; pero ya que uno los trata más, se revelan como personas muy amables.

Ya voy a la mitad de mi primer curso. El examen es en casa. Es una materia que demanda mucha lectura y comprensión de modelos económicos. Es impartida por un investigador financiero-económico, lo cual me hace muy feliz porque estoy inmersa por completo en mi carrera.

¿Cómo resumir seis meses de vida en unas cuantas líneas?

Escribo al final de esta aventura y me esfuerzo por dibujar un paisaje que incluya todo lo que viví, todo lo que sentí, todo lo que conocí, todo lo que aprendí…

Mi viaje comenzó con el desasosiego natural de quien cruza por vez primera un océano y llega a un mundo cuya importancia histórica y cuyo valor cultural trascienden el tiempo y el espacio y se convierten en tesoros de la humanidad.
Después de una breve estancia en Austria, me dirigí a mi destino final: Rotterdam, ciudad de la que no sabía más que el nombre pero cuyas calles recorrí con el entusiasmo que genera la presencia de lo desconocido.
Después de cuatro días de libertad para pasearme e incluso perderme, tuve mi primera reunión con quienes serían mis compañeras y compañeros de estudio, gente de diversas latitudes y diversas lenguas. Muchas de esas personas ya han quedado muy cerca de mi corazón y será difícil olvidarlas.

¡Crecí como ser humano! Llegué a Rotterdam como una persona de opiniones fijas e ideas inamovibles, y hoy descubro que mi mente se ha abierto y que escucha con más atención lo que el mundo tiene que decirme. Aprendí que mi punto de vista es apenas eso: un punto de vista; y que hay más de siete mil millones de opiniones, de ideas, de pensamientos y de maneras de vivir la vida. ¡Y descubrí que eso es maravilloso!

El vivir seis meses en Rotterdam me hizo pensar en México, que sufre y que necesita que cambien las cosas. Me di cuenta de que todo puede funcionar perfectamente, pero para que eso ocurra tenemos que cambiar, y ese cambio somos nosotros. El cambio debe empezar por nosotros: debemos de seguir las reglas y hacer las cosas siempre como se debe, no esperar a que alguien venga y las haga por nosotros, no buscar siempre la manera de sacar ventaja, simplemente hacer el cambio en nosotros e impulsar a los demás para que hagan lo mismo.

Después de seis meses de aventuras y recuerdos, no podría estar mas contento de volver a mi país con tanto por querer hacer. Jamás tendré palabras para agradecer a mis padres y a la vida por esta oportunidad. Tantas personas, tantos amigos, tantos recuerdos, tantos días alegres (algunos melancólicos), una simple bicicleta que se hizo mi mejor amiga, tantos días y aventuras nuevas, tanto futbol (también) y tanta historia, arte, geografía y sonrisas. Después de todo esto y después de una ciudad que me robó por completo el corazón y que siempre estará en mi memoria, vuelvo a casa como una persona que aprendió mucho, comprometida a ser un mejor ser humano. Viajar, definitivamente te cambia la vida.

Mi experiencia intercambio a París 2017.

Sin lugar a dudas una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida ha sido la oportunidad de estudiar en París. Tener la posibilidad de estudiar en un sistema académico diferente y adentrarme a una cultura nueva ayudó mucho a mi crecimiento personal y profesional.

En IPAG Business School aprendí a adaptarme a diferentes culturas, puesto que el programa Erasmus es para estudiantes extranjeros y además que esa era una de mis materias; al igual que tuve maestros que han trabajado en compañías como Samsung y otros que tienen licenciaturas y posgrados en Harvard University. También me permitió hacer amigos de diferentes partes del mundo, como Hungría, China, Italia, Finlandia y Noruega, así como también de México.

Pero la escuela no lo es todo. En París pude disfrutar de tardes tomando un café en Les Halles después de un día de caminar, un picnic en el río Seine, paseos por bicicleta, conciertos, y cine; París es un lugar dónde siempre encuentras algo que hacer y algo nuevo que descubrir.

En mi experiencia como estudiante extranjero no sólo me limité a París, aproveche la oportunidad y visite muchos países cerca de Francia, entre ellos: Italia, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Reino Unido.

Agradezco mucho a mi madre por darme la oportunidad de cumplir este sueño y a la EBC por el programa de intercambios académicos que me permitió vivir una de las mejores experiencias de mi vida. ¡Muchas gracias!