Algunos conceptos tecnológicos como la ciberseguridad siguen sin poder encontrarse en diccionarios de uso común a pesar de ser palabras que se utilizan de manera cotidiana y en diferentes áreas. Indagando acerca de su definición, encontramos que “ciber” viene del inglés cyber y se relaciona con comunicaciones electrónicas y redes informáticas, especialmente Internet; “seguridad” hace referencia a seguro que significa fuera de peligro, por lo que podemos decir que el término ciberseguridad se refiere redes informáticas fuera de peligro.
La ciberseguridad se ha definido como parte de la seguridad de la información, concibiendo a ésta última como un todo y no únicamente aquello que se encuentra en forma electrónica, sin embargo, para que la ciberseguridad pueda cumplir su objetivo, deben aplicarse los mismos protocolos en tres etapas: antes, durante y después de un ataque.
Ahora bien, es importante definir cuáles son los ataques o peligros de los que debemos mantenernos seguros.
Básicamente son tres: cibercrimen, es decir, un ataque a sistemas para obtener información o ganancias financieras; ciberguerra, situación donde se recopila o desvirtúa información con finalidades políticas; y ciberterrorismo, cuyo objetivo es causar temor en una población o en un sector al comprometer los sistemas electrónicos.
Para entender el cibercrimen, debemos actualizar la concepción que tenemos de los ciberdelincuentes y entender que los llamados hackers han cambiado: ya no se trata de adolescentes que pasan horas y horas en su computadora poniendo a prueba sus habilidades para transgredir la protección de un sistema; en la actualidad se trata de organizaciones criminales con objetivos específicos. De ahí, su alto grado de peligrosidad, pues más que escoger un objetivo al azar, distinguen cualidades, incluso tienen paciencia para planear y llevar a cabo sus ataques, al grado de que pueden llegar a infiltrar personas para conocer más de los sistemas de seguridad y tener eficacia.