La observación directa de una gráfica que muestra los logros obtenidos por una organización, nos dice, a golpe de vista, si los esfuerzos de sus integrantes han dado los resultados esperados, o si por el contrario, les falta mucho por hacer.
Sabemos que las empresas verdaderamente competitivas aplican acciones correctivas inmediatas, cuando los indicadores de gestión no corresponden al trazo de la trayectoria esperada. Esto es, no esperan a ir en picada, para intentar salvar el barco, sino que cuando la línea de resultados va a la baja, perciben con gran claridad que es el momento de dar un golpe de timón.
Las preguntas clave que corresponden a la visión estratégica del negocio son parecidas a las siguientes:
¿Qué resultados financieros queremos obtener en un tiempo determinado?
¿Cómo deberían percibirnos nuestros clientes para conseguir esos resultados?
¿Qué procesos son esenciales para conseguir la satisfacción de nuestros clientes?
¿Qué aptitudes y actitudes debe dominar nuestro equipo humano para alcanzar los objetivos estratégicos?
Las respuestas se dan exactamente en el orden inverso en que se proponen las preguntas. La base de los resultados consiste en aprovechar óptimamente los recursos de la capacitación, como experiencia formativa, para enfrentar y resolver mejor los retos del entorno y la competencia, a través del proceso enseñanza–aprendizaje.
Lograr que cada uno de los colaboradores de la organización asuma su papel comprometido y activo en la obtención de los resultados del conjunto, no es especialmente una declaración relevante de la dirección, sino que es un proceso organizado de puesta en marcha de recursos por etapas para no permitir que alguno se quede sólo como un "convidado de piedra".