Cuando las empresas buscan nuestra participación como especialistas en relación al tema de clima organizacional, por lo general buscan respuestas técnicas, fórmulas que al ser aplicadas nos lleven de un punto “A” al “B” en un tiempo record.
Debemos comprender que, aunque el clima es un factor inherente a todas las organizaciones, nos encontramos ante un fenómeno social alimentado por múltiples interacciones, mismas que se verán afectadas por diversas variables tan numerosas como demande la interacción entre los colaboradores de cada empresa. A partir de esto, podemos advertir que al contar con objetivos, procesos, estructuras y funciones distintas en cada empresa, la solución a los problemas que presenta cada una deberá ser diseñada a partir de estas particularidades.
¿Soy feliz en mi trabajo?, ¿Mis compañeros disfrutan lo que hacen?, ¿El equipo que gestiono está motivado y busca nuevos retos? ¿Mi jefe se siente satisfecho con mis resultados?, son algunas de las preguntas que muchas veces circulan en los pasillos de nuestras organizaciones.
Pero definir ¿Por qué se originan?, ¿Cómo influyen en el resto del equipo?, ¿Qué impacto tienen en los resultados?, y ¿Cuáles son las líneas de mejora que las áreas de gestión y desarrollo del talento pueden seguir al enfrentarse a esta situación?, son algunos de los retos que las empresas enfrenta día con día.
“Llevo cerca de 5 años en el mismo puesto, tengo dominadas al 100% mis funciones, aunque damos los resultados esperados, considero que podemos hacer mejor las cosas.”
Debido a lo anterior, no es extraño que obviemos nuestra realidad, muchas veces sin preguntarnos, qué elementos intervinieron para interpretarla y darle un significado propio. Al presentarse éste fenómeno, damos por hecho que nuestra realidad y percepción son lo mismo, sin embargo, en el contexto empresarial, será hasta que la estabilidad laboral se vea vulnerada que nos detendremos a analizar si nuestra percepción nos está dando una imagen verdaderamente clara de la realidad.